Cuando nos sentamos con el control remoto frente al televisor se nos hace cada vez mas difícil disfrutar en forma medianamente completa y planificada un programa que nos pueda interesar.
Por lo general nos quedamos con los contenidos que ya conocemos en los mismos canales y dentro de la misma rutina, pues no tenemos ni el tiempo ni la destreza y hasta por momentos la valentía de ponernos a realizar una investigación dentro de esa enorme oferta de señales y programas que aumenta permanentemente y que amenaza multiplicar el estrés que ya habíamos recogido durante el día en nuestros trabajos, el tránsito, la seguridad, etc.
Antes hacer zapping era más sencillo, nos bastaba con dar un par de vueltas a los 50 o 60 canales que nos ofrecía la TV cable analógica, donde el número del canal tenía sentido y era un elemento más para identificarlo. Hoy son cientos de ofertas, todas desordenadas, y para colmo en cada uno de los decodificadores de la casa el mismo canal se ve en un número diferente para complicarla más. Mis hijos de 8 y 10 años saben perfectamente cual de los tres decos corresponde el número de canal de Disney, pero para quienes estamos a mitad de camino entre el mundo analógico y digital y además conocimos la TV en blanco y negro esto ya es demasiado.
Los controles remotos se parecen cada vez más a un sistema de lanzamiento de misiles con botones de todos los colores y símbolos nuevos que son capaces de generar la duda fantasiosa de que si apretamos algo mal, nuestro LCD podría termina despegando hacia el espacio.
Esta situación tiene muchos causas, dos de ellas muy destacadas son la velocidad de los avances tecnológicos y el impresionante crecimiento de la oferta de contenidos.
Los señores ingenieros tienen en general una característica muy común entre ellos y es su muy baja capacidad de entenderse con otros seres humanos comunes y corrientes, son muy capaces de hablar en idiomas de ceros y unos, así como entre profesionales de su misma especie e incluso con sus máquinas pero les es muy difícil entender al común de los mortales. Luego nos quieren hacer consumir complejos aparatitos con muchos botones e interfaces en pantalla que la mayoría de las personas jamás las usarán.
Por otro lado tenemos a la industria de contenidos que todos los días genera más y más programas y canales, por un simple sentido de la estadística es muy probable que dentro de los cientos de canales que recibimos hoy, en este momento en su televisor estén emitiendo un contenido que perfectamente podría superar a LOST o al éxito de Friends, pero nunca podrá ser porque ni usted ni yo vamos poder descubrirlos.
Ya se que estamos en el medio de la convergencia y que todavía nos queda mucho camino por andar, pero sin dudas el gran desafío para ingenieros y gerentes de marketing será poder brindarle al cliente las herramientas amigables para que la experiencia de mirar televisión vuelva a ser la misma de ir a un bistró donde nos sentimos parte de algo único y especial y no como ahora que se parece más a ir a Walmart corriendo detrás de la oferta del día.
Esta sobreoferta desordenada de contenidos, no está permitiendo que actores, productores y directores que logran realizar contenidos de muy alta calidad, accedan al éxito que se merecen y de esa forma potenciar a toda la industria.
Por el ruido sabemos que hay muchas nueces, pero no logramos encontrarlas.
Ismael Saldivia
Julio 2009
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